La Sincronización Interactiva como lente para ver los Primeros Signos del Autismo
Cuando los padres se sienten perplejos por su bebé, los profesionales necesitan prestar atención. Un bebé que parece saludable pero no logra obtener o responder a una conexión cálida con las personas que lo cuidan envía señales confusas y angustiantes a los padres, e interrumpe la experiencia natural automática de intimidad que surge en los primeros meses de vida. Las formas más tempranas de interacción dependen de sistemas preverbales de comunicación social evidentes en la coreografía de señalización afectiva, producción de sonidos, movimiento, uso de la fuerza y el espacio, intensidad, intercambios temporales y demostración de intención. No es tanto lo que estos bebés hacen, como lo que no hacen, lo que es preocupante. No buscan a los cuidadores siguiendo sus acciones con la mirada, o usando la mirada para iniciar, sostener o terminar la interacción. No se vuelven hacia el sonido de la voz de sus padres, ni se amoldan cómodamente a su cuerpo. Sus movimientos no están en sincronía con la voz de sus padres, ni se sienten cómodos en contacto físico con el cuerpo de un padre o madre. Muchos parecen preferir enfocarse en objetos inanimados en lugar de en las caras o voces de sus padres. El bebé puede concentrarse en el borde de una manta o en la manga de su madre, en lugar de iluminarse con el sonido de la voz de los padres y deleitarse con la expresión en sus rostros. En las interacciones faltan los intercambios afectivos sincrónicos a los que Daniel Stern (2010) se refiere como los elementos de la experiencia dinámica, o formas de vitalidad. Estos elementos de la conexión social no verbal son tan automáticos que uno tiende a pasarlos por alto, a menos que estén ausentes, y violen las expectativas que uno tiene sobre lo que se siente al estar con otra persona.
Por ejemplo, la mayoría de los recién nacidos disfrutan al ser sostenidos cerca del cuerpo de los padres mientras se mecen, se les habla y se miran amorosamente en los ojos de los demás. Un momento de conexión como este requiere la integración de los sistemas sensoriales y motores, incluyendo la experiencia propioceptiva de estar cerca, la experiencia vestibular de mecerse, la experiencia auditiva de escuchar la voz de los padres y la experiencia visual de mirar a los ojos de los padres. Si la integración a través de estos dominios sensoriales y motores se ve comprometida de alguna manera, todo el sistema puede verse interrumpido, y el significado emocional de tal momento puede pasar de la comodidad y el placer a la incomodidad y la irritabilidad o la evitación. Múltiples experiencias como ésta llevan a los padres a decir a los profesionales: “A mi bebé no le gusta que lo abracen”, o “mi bebé prefiere el asiento del coche a mis brazos”, o “siento que la estoy torturando cuando la sostengo contra mi pecho”.
Estos niños son los interlocutores sociales más difíciles y desorientadores. En mi experiencia trabajando con bebés y padres, es más probable que los padres busquen explicaciones emocionales para las dificultades que están teniendo para conectarse con su bebé antes que explicaciones sensoriales y motoras de por qué este bebé está teniendo dificultades y parece evasivo. Esto se debe a que la respuesta primaria que el padre está teniendo hacia el bebé es emocional. Como proveedores de servicios para bebés y padres, queremos captar estos patrones lo antes posible para que los pequeños fallos de la sincronía interactiva no se conviertan en una bola de nieve en las percepciones de los padres sobre la capacidad inadecuada para ser padres, o sobre la percepción de un bebé al que no le gusta su madre o su padre.
La intención de este documento de trabajo es explorar cómo los proveedores de servicios y los investigadores podrían empezar a identificar los primeros signos de dificultad, que propongo que se pueden observar desde los 3 ó 4 meses de edad. Si somos capaces de proporcionar intervención a los 4 meses, la probabilidad de utilizar la relación infante-progenitor para mejorar las susceptibilidades intrínsecas al riesgo podría evitarse que el infante se vuelva cada vez más evasivo del entorno social, y hacer el mejor uso de la interacción social en el desarrollo del “cerebro social” del infante, Johnson (2001,2011).
Para identificar los primeros signos, sugiero que cambiemos el paradigma para identificar los primeros signos de autismo de los marcadores de comportamiento infantil, a la interacción padre-hijo. Mediante el uso de la investigación psicodinámica sobre el efecto de la sincronía interactiva en el desarrollo del bebé, el campo del autismo podría identificar y tratar mejor los déficits centrales del trastorno a medida que emergen. La investigación sobre los primeros signos del autismo se ha centrado predominantemente en encontrar marcadores clave en el comportamiento del bebé que señalan síntomas que se consideran más tarde como criterios para el diagnóstico. La investigación centrada en el desarrollo típico de los bebés y sus progenitores, o de los bebés cuyas madres sufren de depresión o trauma diagnosticados, puede llevarnos a los elementos interpersonales que deben tenerse en cuenta en la relación emergente entre un progenitor y un bebé al que posteriormente se le diagnostica autismo.
La investigación sobre el desarrollo infantil y la organización sensoriomotriz emergente del niño nos da una base neurobiológica para comprender cómo el niño está constitucionalmente equipado para relacionarse. Los estudios centrados en los estados de alerta, las transiciones entre estados, la atención y la organización de la actividad sensoriomotriz en respuesta a los estímulos son una ventana hacia los factores que influyen en la capacidad innata del bebé para obtener o responder al cuidado. Un bebé con señales robustas y claras para los padres permite que éstos comprendan las necesidades del bebé y se sientan competentes y gratificados en su crianza. Por el contrario, un bebé cuyas señales son sutiles o parecen contradictorias o confusas puede enviar a un padre a una espiral descendente en su confianza en sí mismo para criar a su bebé.
Este trabajo explorará las interacciones terapéuticas que permiten el desarrollo de una co-construcción de la experiencia a partir de patrones interpersonales de experiencia compartida y regulación mutua entre el bebé y sus padres. Se utilizarán viñetas del trabajo de los padres con bebés que muestran signos tempranos de autismo para ilustrar cómo se ayuda a los padres a compartir experiencias significativas con su bebé a través de intercambios no verbales.
Las psicoterapias de padres e infantes con infantes y niños pequeños que muestran signos tempranos de no saber cómo estar con otros, ofrecen al terapeuta oportunidades únicas para aplicar la investigación actual del desarrollo al proceso terapéutico. Los conceptos actuales de salud mental infantil basados en la investigación, tales como formas de vitalidad (Stern, 2010), intersubjetividad (Trevarthen, 1998, 2009) y conocimiento relacional implícito (Tronick, 2007; Beebe y Lachman, 1994), se utilizarán para vincular conceptos de la investigación y la teoría a la práctica de la intervención terapéutica con los bebés y los progenitores. El trabajo aplica la investigación para diseñar estrategias que permitan establecer conexiones entre padres e hijos a través de las experiencias dinámicas enraizadas en las señales afectivas, ritmo, movimiento, sonido, secuencias temporales, ritmos, uso del espacio, intensidad e intención.
Se describirá el proceso de trabajo terapéutico entre el niño y sus padres, centrándose especialmente en el uso de la experiencia dinámica y la orientación en el desarrollo para ayudar a los padres a comprender el perfil sensorial, motor y afectivo único de su hijo y su efecto en su empatía y perspicacia como cuidadores. Pequeñas viñetas de las sesiones de tratamiento sirven para ilustrar cómo el terapeuta pone atención a los obstáculos a la organización sensoriomotriz y la sincronía interactiva en el tiempo y la intensidad de las señales afectivas, mientras que simultáneamente atiende a cualquier fantasma o conflicto de las historias personales de los padres que estuvieran obstaculizando la crianza. Finalmente, se abordará el trabajo del terapeuta para acoger a la familia, ofrecer las intervenciones de manera oportuna, encontrar puertos de entrada e interpretar el funcionamiento del bebé mientras se abordan los mundos internos de los padres.
Sincronización Interactiva
Observe la sincronía interactiva entre esta niña de 2 meses y su padre para ver la cascada de placer mutuo que típicamente se desarrolla en los primeros meses de vida. Fíjese en el brillo de los ojos del bebé y en la atención que presta a la cara y la voz de su padre, iniciando y sosteniendo la interacción mediante la mirada. Observe cómo los movimientos de sus brazos y piernas se sincronizan con el crescendo y la desaceleración del tono de voz de su padre, conectando el movimiento y el sonido como un regulador mutuo de la interacción a través de las modalidades perceptivas.
Problemas con la Sincronización
En este video se puede ver cómo un bebé de 7 meses trata y no logra organizar su cuerpo para mantener la mirada de su padre. Se frota los ojos y se gira en otra dirección, evitando la invitación de su padre a compartir un momento de placer a través de la mirada mutua. Como es de esperar, cuanto más preocupado y confundido se siente el padre, mayores y más abrumadores son sus intentos de involucrar a su hijo. El padre se siente herido y rechazado, y el bebé se cierra en banda en un esfuerzo por protegerse de estímulos que no están en un ritmo de sonido y movimiento que él puede encontrar atractivo.
REFERENCIAS
Stern, Daniel. (2010) Forms of Vitality, Oxford University Press
Johnson, M. H. (2001). Functional brain development in humans. Nature Reviews Neuroscience, 2, 475–483.
Johnson, M. H. (2011). Interactive specialization: A domain-general framework for human functional brain development? Developmental Cognitive Neuroscience, 1, 7–21.
Trevarthen, C. (1998), The concept and foundations of infant intersubjectivity. In: S. Braten (ED.), Intersubjective Communication and Emotion in Early Ontogeny, pp. 15-46. Cambridge: Cambridge University Press
Trevarthen,C. (2009), The Functions of Emotion in Infancy. In: D. Fosha, D.J. Siegel, and M. Solomon (Eds.), The Healing Power of Emotion, pp. 55-85. New York, London: W.W. Norton & Company
Tronick, E. (2007) The Neurobehavioral and Social-Emotional Development of Infants and Children. New York: Norton.
Beebe, B. and Lachman, F. (2002) Infant research and adult treatment: Co-constructing interactions. Hillsdale, NJ: Analytic Press.
Próximamente
Sección II Aplicando Teoría e Investigación para Reconocer y Tratar las Señales Tempranas de Autismo
Sección III Bebé – Intervención con los padres para tratar las señales tempranas de autismo
Sección IV Reconocer y tratar los primeros signos de autismo: La mitad invisible de la historia.
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